lunes, 13 de octubre de 2014

Creí que llegaría al coma de las ilusiones infundadas,
 pensé que tocaría el umbral de la desesperación,
 imaginé que huiría mi apetito,
 que ojeras decorarían un lúgubre rostro,
estaba segura que entraría en ayunas de carne de toda especie,
 me veía insolitamente sola
con el espejo en huelga
y los tacones polvosos,
 Esta vez erré en mis pronósticos
 porque la sonrisa que decoran mis treinta inviernos
es auténtica,
el beso que anhela mi boca
 los dedos que quiero enlazados a mis manos,
 no son los tuyos,
 No morí,
 volví a nacer sin vos.

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