miércoles, 4 de noviembre de 2015

Vencer al viento,
cuando llega por sorpresa y te toma del cabello,
 cuando hala hacía el pasado que no quiere repetirse,
sentir que una llaga de la tierra se abre
 para el alma que pelea contra ese viento,
es la tormenta del ser,
 esa mala costumbre de creerse centro
cuando apenas se es una minúscula partida,
dormitar sobre las olas bravías y desafiantes,
esperar un deceso seguro y avasallador,
vencer el viento,
 enemigo invisible que ruge en mi cara,
amenaza con levantar mi pequeño cuerpo
 para lanzarlo a su abismo,
entonces me pregunté cómo vencerle,
desde lo alto acudió la respuesta,
en paz, sin la fuerza de la carne hinchada,
entonces descubrí que mi diminuta humanidad no lo es todo,
que el pasado es una victoria para el ahora,
y pude ver a los ojos al viento sin parpadear.
Torturé ese después,
traté de darle su lugar como lo pediste,
pero la lejanía de la sangre,
la cercanía de mi ahora
me obligaron a sacrificarlo.
Es que estoy despierta una vez más,
con aquél aroma fresco que desprenden mis cabellos,
quiero salir a la carretera y seguir las luces de los autos,
quiero bailotear al ritmo del ahora,
girar el tiempo una vez más,
estoy lista,
no quiero los encierros de ayer
ni las mordazas de antier,
te quiero ahora,
tomado de mi mano,
atravesado las murallas.
Ponle melodía al poema que te escribí hace un año,
es lo único que cuenta del ayer,
es que ya estoy lista para vos,
no para los postulantes,
ni para desesperaciones,
ni para efímeros vacíos de la soledad que se debate turnos,
no para pérdidas innecesarias de tiempo,
sino para vos y la libertad de quererte hasta el cansancio.

Deseas que te presuma en el escenario,
te has postulado para protagonista
de la novela que empiezo a redactar,
no has pensado que a lo mejor ni la publique,
es posible que se quede inédita como otras tramas de la vida.
Aun así,
quieres que te presuma,
que te saque a dar un paseo bajo las luces,
que te tome de las manos y te de un nuevo nombre,
quieres el puesto de dueño y señor de los neologismos
que imperan mi vocabulario,
eso quieres,
una promesa que recuerdes,
un beso de esos que las modas antirromanticas no ofrecen,
que te adorne con las cursilerías de las fotos en el facebooks,
esas trivialidades lejanas de real amor de poesía,
y no es que sea una gran escritora,
pero en mi sangre arde esa poesía que no está en los poemarios,
que se vive en el secreto.
Quieres que presuma
o será que quieres presumirme,
no lo se,
pero lo que quieres yo no lo quiero.
Estrategias innovadoras alardean en mi cabeza,
la didáctica aprendida bajo 13 lunas
inundan mis argumentos,
tengo metodologías en los ojos,
riqueza de vocabulario en la humedad de mis labios,
astutos conocimientos en ciencias vivas y muertas.
Los sinónimos me enseñaron a cerrar los ojos
las improvisaciones parecen muy profesionales,
engalano sus oídos con poesía gráfica,
elocuencia chispeante de rostro que tiene mil rostros,
los de cada cuento,
los de cien personajes,
son amos y señores de la nada,
son números que antes eran masculinos,
son bosquejos planeados antes de la creación,
son mi obra, mis cartas, mi perdición.
Son cifras indescifrables,
las palabras cruzadas que requieren de análisis formales,
estilísticos y discursivos,
son mi debilidad fortalecida,
son lo que quiero pintar con verbos condicionales,
son mi gramática generativa,
la de construcciones de formas heredadas,
talón de Aquiles,
círculo dentro del cuadrado,
mi regreso y mi adiós.

No soy mujer de promesas
el atrevimiento me ha arrebatado unas pocas,
tu semilla plantada en mis letras
ha engendrado la promesa de tu encuentro.
Rara vez se aman los asteroides
esos que dejan estelas a su paso,
en esta América de encuentros,
en esta historia de mundos paralelos
poema y poema han conspirado
encontrarse bajo la luz suave,
amanecer de piernas hatadas,
poema y poema han acordado
trazar poemas en sus pieles,
con las manos, con las uñas,
desangrar las íes, las tildes, las comas,
acariciar los neologismos, los signos, la gloria,
asesinar la rima, la medida, la norma
y es que normativamente rojo y rojo no combinan,
generativamente poema y poema no generan,
eclécticamente poema y poema inventaron sus propias reglas,
se cuentan los días
para que poema y poema
escriban poemas en sus pieles.
Arrancar un verso de la piel
cosa dificil es en épocas de la telepatía
cuando se ha extinguido el homosensis
y se confunden los poetas con las improvizaciones
a media luz y media percepción,
fabricar un poema en el borde de tu boca
que esboza diminutos te quieros con la timidez del pasado,
cosa dificil es en épocas del recalentamiento global,
ya murió la flora,
y mi fauna sigue intacta,
esperando la corteza para parir ese poema
uno que hable de amores antiguos
ritos, idiomas, tabúes, ficciones,
imágenes trilladas con sabor a siglo XXII,
grafías añejas con apariencia de instagram.
No es que no quiera creer los tres octavos de tu mentira,
es solo que no estás listo para el infinito de mis fracciones,
ni para las correcciones semánticas,
nisiquiera es que no pueda vivir con ellas,
porque soy agua que se acomoda a tu caudal,
el problema no es la colección de tu carnicera lista,
ni la piel colorida, ni las manías aprendidas,
ni el expediente criminalístico,
es que no puedo arrancar un verso de esa piel,
lo escribo,
lo reescribo,
lo inhalo,
lo corrijo,
lo aprisiono,
lo devoro,
lo dejo,
y sigue siendo el borrador de mi fallido bosquejo,
los tips de escritura no tienen validez,
porque siplemente no puedo arrancarte el poema
que sin enterarte ya escribistes en mi piel.
Ha resucitado la caricia de la palabra en la lengua,
da vueltas otra vez esa lucecita que se hospeda en mis ojos,
en las cienes,
que habla, canta, ríe, duele,
Y es que duele, por el hecho de estar viva,
está en celo la luz mía,
y la rondan voluptuosos cuerpos:
grandes, anchos, verdes, rojos,
encendidos, definidos,
juveniles, con sus pieles casi vírgenes,
Ha resucitado la caricia de los dedos bailarines,
ese anhelo por engullirte a toda hora,
el olor añejo de las historias,
la velada intensa en las horas del café,
ese deseo de que me haga suya la tinta,
que nos dibuje a los dos,
sobre la mesa, en la cama, en el sueño,
en el aire, en la cima, en la profundidad,
debajo del agua, en la malicia del pensamiento,
Duele, sí, porque ha resucitado,
ese dolor placentero otra vez.